15 de junio de 2011

La importancia de las víctimas del delito.



Se dice que a comienzos del año 2000 una amplia gama de cuestiones centrada en materia de víctimas, fueron examinadas en el marco de la atención que los medios de comunicación de los países desarrollados realizan de estas. El cuidado que se presta a estas cuestiones es el reflejo del cambio de rumbo en materia de justicia penal y de respuestas públicas hacia las víctimas de la delincuencia que se ha producido en  todo el mundo, desde la segunda mitad del siglo pasado[1].  Por ejemplo en 1974, al comienzo de este cambio de rumbo internacional centrado en la investigación respecto de las víctimas y la justicia penal. Drapkin y Viano escribieron: “estudiantes y profesionales del sistema de justicia penal se han vuelto cada vez más conscientes de que una víctima del delito - se convierte también –la mayoría de las veces- en víctima del sistema de justicia penal”.  Ahora las “Víctimas” son como un grupo genérico y merecen apoyo público y sin duda de la justicia penal. Mientras las víctimas son cada vez más importantes a la luz de las leyes y las reformas en materia de justicia penal, sin distinción de los países de sistemas, civil law y  common law. La realidad de la víctima ha ido cambiando una vez que las víctimas han sido vistas como posibles testigos de la acusación, y como portadoras de experiencia respecto a la victimización y su innegable derecho a la reparación del daño, dicha reparación como respuesta del Estado frente a la necesidad de tomar medidas respecto a las necesidades y derechos de las víctimas.

Es en los comienzos del siglo XXI cuando se puede hablar de la función central de la víctima en la justicia penal. Desde los ámbitos teóricos puede ser que algunos penalistas y/o criminólogos piensen que en aras de otorgarle derechos a las víctimas se conculquen derechos al delincuente. Los Servicios de Asistencia a la Víctima –en forma de respuesta a esta crítica- sugieren que hay mucho por hacer en materia de ayuda y asistencia, y no sólo a través de organismos de justicia penal. Ante este respecto, cada una de las víctimas en función de su experiencia personal y las experiencias de victimización, en ocasiones puede sentirse satisfecha o muy satisfecha con “el sistema penal”. Cualquiera que sea la crítica positiva o negativa, hay que tomar en cuenta la situación de los derechos de las víctimas y la evolución que en Europa y América del Norte han tenido en las últimas tres décadas, y al respecto sólo puede haber una conclusión, y es que las víctimas del delito ahora gozan de un status que no tiene precedentes desde el advenimiento del Estado moderno-[2].

El interés serio, tanto académico como político por el estudio sobre las víctimas por parte del Estado en materia de Justicia Penal  en el Contexto Europeo es reciente: ¿Cuáles fueron y son las circunstancias para que las víctimas desempeñen un papel cada vez más importante en la actualidad dentro de la ley y la justicia penal? ¿Por qué las víctimas han llegado a destacar? En respuesta a estas preguntas, hay que tener presentes una serie de factores claves que abarcan desde la evolución de la segunda mitad del siglo XX hasta el presente período. Estos incluyen[3]

·     Un aumento en las tasas de criminalidad oficiales;
·     Revelación de la cifra oscura, por las encuestas de victimización
·     El aumento de temor a la delincuencia entre la población
·     Intolerancia pública hacia el aumento de la delincuencia y el desorden social
·     La falta de un modelo de tratamiento para el delincuente, y su sustitución por la justicia retributiva vinculada a las víctimas
·     Los informes realizados en los medios de comunicación sobre la delincuencia en contra de víctimas vulnerables y victimización secundaria
·     Reconocimiento y politización feminista del problema de la violencia y malos tratos en contra de las mujeres y los niños;
·     Reconocimiento y la politización de grupos de acción civil en el problema de la violencia racista;
·     Politización del aumento de las tasas de delincuencia por parte de los políticos,  centrándose en diversas concepciones populistas como: "la ley y el orden", "reducción de la delincuencia", y las víctimas como “voto de ganadores”.
·     Un movimiento ciudadano, los derechos de los pacientes que también abarca las víctimas.

Estos factores en combinación, han mejorado la situación de las víctimas de delitos en materia de justicia penal y  social. Otros factores que se pueden añadir a esta lista, y que contribuyen a explicar el actual incremento del interés de la justicia centrado en las víctimas, son a la vez la exposición de cualidades de factores específicos y generales. Por ejemplo, en el plano de los resultados específicos de las iniciativas locales a menudo son atribuibles a la labor de personas clave que son importantes para el desarrollo de la asistencia en las víctimas de la justicia, y se piensa -en las aportaciones de Bristol precursor de la Ayuda a las Víctimas que se creó a principios de los años 1970’s-,  en la asistencia de los agentes de la probation - los agentes de libertad vigilada-,  pero ahora enfocados a temas relativos a la asistencia a estas víctimas. A nivel de los factores generales, el reconocimiento de las víctimas por las administraciones centrales fue una respuesta necesaria al problema del aumento de las tasas de la delincuencia y a la respuesta tardía a los profundos problemas sociales subyacentes relacionadas con la delincuencia, como el desempleo y otros indicadores de la privación social[4].

Un aspecto también importante es el modelo de justicia ya que según sea este, se ven elevadas o disminuidas las tasas de delincuencia y cualquiera de esas dos tendencias pueden incidir en las atenciones prestadas a las víctimas del delito, y a sus políticas de protección frente al sistema de justicia penal. Así mismo el fracaso de los modelos de tratamiento del delincuente, y de la prisión en sí misma –esto admitido por el derecho penal y penitenciario - a través de la incomprobable función rehabilitadora de la pena de prisión, debido a un modelo de tratamiento que no cumple los principios básicos del ideal rehabilitador. Un nuevo espacio ideológico fue creado para ser ocupado ya no por una ley retributiva sino por una política de orden público a favor de las víctimas. En este ambiente, la victimología, como el estudio de las víctimas, fue capaz de ganar un espacio.[5]

Al mismo tiempo, en las décadas de los sesenta y setentas, los movimientos por los derechos civiles en los EE.UU., el aumento de movimientos feministas, movimientos sobre los derechos en la homosexualidad y la aparición de otras culturas juveniles, fueron demandando espacios en el derecho -que se reflejan en la justicia, ‘los derechos sustantivos’- de una variedad de grupos que hasta ese momento estaban excluidos y marginados. Con esto, no sólo se agregaron nuevas víctimas al orden del día -víctimas del racismo, víctimas de los encuentros bélicos, la violencia contra la mujer, la exclusión de los homosexuales, y las víctimas de la opresión del Estado-, sino también se reconocieron nuevos delincuentes, que van desde las personas hasta el propio Estado. Los descriptores de “quién” o “qué” puede considerarse víctima, se abrieron en la última parte del siglo XX así, el término víctima ha de considerar nuevas categorías. De lo anterior surgió la crítica a la victimología, bajo el lema de “radicales”, estas críticas vinieron de los sectores conservadores o tradicionales de la victimología quienes realizan sus interpretaciones bajo estrictos conceptos relacionados con la ley penal
[6].
Las Naciones Unidas en 1985 marcan un punto de referencia, un año relevante para la victimología, con la Declaración sobre los principios fundamentales de Justicia para la Víctima de Delitos y del Abuso de Poder, dicha declaración es un testimonio de la importancia mundial de la victimología y de lo amplio de su campo al reconocer el  “abuso de poder” como parte de su mandato, y que también ha hecho exigencias a los gobiernos a reconocer los derechos de las víctimas. Sin embargo y cuando la Declaración de la ONU mantiene una definición de las víctimas de gran alcance, el campo de la victimología no es una ciencia que pueda abarcar todos las investigaciones sobre el sufrimiento humano.

En 1989, a raíz de un cambio radical en la competencia de la victimología y los recientes esfuerzos por reconocer a las víctimas de delitos y de testigos, Viano (1989: XVIII)[7] escribió: Si bien las víctimas y los testigos de delitos han recibido una mayor atención, la victimología podría y debería interesarse en otros tipos de víctimas, por ejemplo, las víctimas de los terremotos, las catástrofes naturales, los accidentes,   peligros, las migraciones, los desplazamientos y el hambre. Pero Viano, tras esa convocatoria a ampliar el alcance de la victimología fue punto fácil de crítica, sobre todo en los aspectos referentes a la victimología como ‘ciencia’ o ‘disciplina’ ya que en principio la victimología fue concebida para abordar el estudio de las víctimas y de las consecuencias que en estas tenía de la delincuencia y la criminalidad y no a las víctimas de desastres naturales. Es a causa del espectacular aumento de la criminalidad en la segunda mitad del siglo XX (más que de cualquier aumento espectacular de los desastres naturales) que el temor a la delincuencia y por lo tanto a la victimización ha surgido como uno de los principales barómetros de bienestar social.


[1] Goodey Jo, Victims and victimology. Research, Policy and practice. Op.cit. Pág. 12.

[2] Ibidem. Págs. 12 y 13.
[3] Ibidem. Págs. 13 y 14.
[4] Ibidem. Pág. 14
[5] Ibidem. Pág. 14
[6] Ibidem. Pág. 14
[7] Viano, E. Crime and its victims, New York: Hemisphere Publishing Corporation. 1989. Citado por Goodey Jo, Victims and victimology. Op.cit. Pág. 14.

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