15 de junio de 2011

Determinación de las necesidades de las víctimas



Si tomamos en cuenta la diversidad en la tipología de delitos, podemos darnos una idea de los distintos tipos de víctimas que respecto a esos delitos pueden existir -hechos distintos, necesidades diferentes-. Las necesidades de las víctimas pueden ir desde necesidades funcionales y/o materiales, emocionales y sociales, y pueden abarcar todos o alguno de los siguientes:



• Apoyo, asistencia y atención
• Asistencia médica
• Ayuda financiera y práctica para asegurar la propiedad;
• Información sobre los progresos del caso
• Orientación sobre lo que se espera en el tribunal
• La oportunidad de expresar la manera en que el delito le ha afectado
• Asistencia en el conocimiento y llenado de un formulario para la indemnización estatal; información acerca de la fecha de la puesta en libertad de su agresor.



Según el tipo de víctima sus necesidades pueden variar, puede tener necesidades inmediatas o a largo plazo, y estas pueden variar desde una asistencia práctica, la reparación de puertas y ventanas después de un robo, hasta el asesoramiento jurídico a lo largo de un período de tiempo. Y una vez denunciado el delito, la víctima debe tener presente que puede participar activamente con el sistema de justicia penal ya que se enfrentará a una serie de peticiones dentro del proceso, así como un lugar dentro de las actuaciones del mismo. Si un caso va a juicio las víctimas tienen que hacer frente al hecho de estar en la presencia de su agresor en el tribunal, y a la idea de que probablemente estará expuesta a un interrogatorio a manos del abogado de la defensa. Así mismo pueden sufrir intimidaciones a manos de los amigos o familiares del acusado. Una víctima paralelamente al hecho de haber sufrido el delito en sí, también sufre emocionalmente, y tiene preocupaciones que a través del desarrollo de los procesos dentro del juicio se acentúan. Lo anterior justifica el porqué la víctima habla de necesidades,  y es que en la actualidad nadie puede dudar que las necesidades que expresa son en la mayoría de los casos las que necesita.

Las necesidades de las víctimas reflejan la naturaleza de su victimización, dichas necesidades están definidas por sus características personales y las circunstancias que le rodean. Si bien podemos asumir que las víctimas de agresiones sexuales están más afectadas por su persecución que las víctimas de robo simple, sin duda la variable es el tipo de crimen que experimenta cada una, y la forma en que este les afecta.
Por ejemplo, Ruback y Thompson[1] se refieren a diferentes estudios de investigación que indican los diferentes niveles de angustia que sufren las mujeres como consecuencia de una agresión sexual por un extraño o por un conocido, sin un claro acuerdo entre los investigadores sobre si la agresión sexual por un extraño genera más o menos angustia que la ejercida por un sujeto conocido. Entonces, conocido lo anterior, factores tales como el grado de violencia ejercida, la presencia de terceros participantes, y la naturaleza de la atención y el apoyo ofrecido después del crimen, todos estos factores participan en los efectos ya sean físicos, mentales o sociales en las víctimas.  La naturaleza y el grado de trastorno de estrés postraumático experimentadas por las víctimas en las secuelas de la delincuencia dependerá de una serie de variables que reflejan el delito en sí mismo y una serie de otros factores. Entre los que podemos mencionar:

La personalidad, junto con la experiencia previa de la victimización y las circunstancias que rodean a un incidente penal, se debe trabajar en conjunto e influir en los efectos de la delincuencia. Si a alguien se le puede considerar de carácter nervioso, resistente o resilente, si es un crimen particularmente brutal en su naturaleza, y otros eventos en torno a un crimen, como la reciente pérdida familiar o la pérdida de empleo, son algunos de los factores que influyen en los efectos del delito. En combinación, el impacto de estos factores influye en las esferas personales y materiales de la víctima del delito[2]. Si bien los medios no son idóneos para determinar el impacto que tendrán los diferentes delitos en las personas de acuerdo a su sexo, etnia, sexualidad, discapacidad, nivel de ingresos –por nombrar algunas variables-, hay principios generales que pueden guiar a nuestro entendimiento sobre la vulnerabilidad de la víctima y las necesidades resultantes.

El grado de poder físico y social que posee la víctima del delito es clave para comprender su experiencia con la delincuencia, y la forma en que la propia víctima -y otros- perciben su vulnerabilidad como víctimas potenciales. La fuerza física de la víctima se puede ver afectada a consecuencia del delito, y la medida en que se puede esperar que haga una plena y rápida recuperación de ella después de una agresión es variable. En este sentido, si se comparan los diferentes grupos de personas, algunas de ellas son evidentemente físicamente más vulnerables que otras: las mujeres en comparación con los hombres, los discapacitados y los enfermos en comparación con las personas sanas; los niños, en comparación con los adultos, y las personas de edad avanzada en comparación con los más jóvenes y adultos aptos. Pero dentro de cada grupo hay una gran variación en la fuerza física que corresponde al impacto sufrido en la capacidad de una persona de recuperarse de la experiencia sufrida por el delito. A su vez, el mismo grado de violencia puede tener consecuencias muy diferentes para las distintas víctimas, un bebé puede morir de un duro golpe, mientras que un hombre joven sólo puede sufrir contusiones.

El poder social, influye también en el impacto de las personas que han tenido una experiencia de victimización, cómo llegar a un acuerdo cuando la victimización no sólo ha causado daños materiales y físicos. Por ejemplo, mientras que las personas mayores tienen menos probabilidades que los hombres jóvenes a ser víctimas de delitos violentos en lugares públicos, son más vulnerables a la violencia y/o victimización física y/o sexual en lugares privados, como el hogar y en instituciones de atención a causa de su escasa fuerza física o su escaso poder social.[3] Estas amplias categorías pueden ser agregadas a diversas ya que son conocidas por otros factores influyentes. Por ejemplo, la capacidad mental o el estado de ánimo, son situaciones que reflejan una determinada historia y las circunstancias de ella, el conocimiento de esto debiera ayudar a determinar la forma en que la gente puede hacer frente a corto y largo plazo después de su victimización. Obviamente, los que sufren de depresión y de algún tipo de discapacidad mental, tal vez de ellos no se esperan los mismos resultados en el mismo tiempo que los del resto. Pero la capacidad de los discapacitados mentales entre otras víctimas vulnerables para hacer frente a la raíz de la delincuencia está puntualizada por reducir los factores ya mencionados, como el poder social y la impotencia, según lo dispuesto por el trabajo,  por la familia y redes de apoyo. Si bien la categorización de las víctimas en general de acuerdo a los atributos físicos y sociales puede ayudar a determinar las necesidades, también es cierto que puede dar lugar a estereotipos de que el descuido de esas necesidades tienen como consecuencia la victimización, así como el considerar que las víctimas  estén en condiciones de hacer frente a esos atributos de forma independiente.

Si bien los más jóvenes, los más ancianos, las mujeres víctimas de agresiones sexuales y de violencia doméstica, así como los testigos necesitan un reconocimiento especial como víctimas vulnerables, en victimología se incorporan a la investigación el reconocimiento de la vulnerabilidad y las experiencias de determinadas categorías de víctimas masculinas.  Situación comprensible, ya que al igual que todas las mujeres no pueden ser conceptualizadas como "víctimas", no todos los hombres pueden ser conceptualizados como agresores, delincuentes, no se puede ser indiferente  a su propia vulnerabilidad y a la existencia de victimización.

Como reflejo de los cambios de énfasis en la etiqueta de "quién" puede ser conceptualizado como vulnerable, la violación masculina es ahora reconocida como un delito que, como en la violación de los varones sobre las mujeres, refleja el abuso de poder y tiene la necesidad de determinar sus consecuencias y necesidades hasta ahora descuidadas en el estudio de las víctimas del delito.


[1] Ruback, R.B. and Thompson, M.P. Social and psychologist consequences of violent victimization, Thousand Oaks, Calif.: Sage. 2001. pág.106.
[2] Maguire, M. The Impact of Burglary Upon Victims, British Journal of Criminology, Nº.20. 1980. Págs 261-275.
[3] Allen, S. “Male Victims of Rape: Responses to a Perceived Threat to masculinity” in C. Hoyle and R. Young (eds) New visions of crime victims, Oxford: Hart. 2003. Págs. 23-48.

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